
Pero Dédalo, a quien nunca faltaban recursos, fabricó para Ícaro y
para sí mismo unas alas, y las fijó con cera en los hombros de su hijo y
en los suyos propios, hecho lo cual, ambos emprendieron el vuelo.
Antes de partir, Dédalo había recomendado a Ícaro que no se remontase
con exceso ni volase demasiado bajo. Pero Ícaro, lleno de orgullo, no
atendió los consejos de su padre; elevóse por los aires, y se acercó
tanto al Sol que la cera se derritió, el imprudente fue precipitado al
mar de Icaria (el que rodea la isla de Samos).

Se decía también que Ícaro y Dédalo habían huido de Creta cada cual en un barco de vela. Dédalo acababa de inventar el uso de las velas, pero Ícaro no supo gobernar el suyo y naufragó. O bien que, al abordar en la isla de Icaria, saltó torpemente a tierra y se ahogó. todas estas variantes tienen por objeto reducir el carácter maravilloso de la aventura suprimiendo el episodio de las alas.
Ensenábase la tumba de Ícaro en un cabo del mar Egeo. Se contaba
también que Dédalo había erigidos dos columnas, una en honor de su hijo y
la otra señalada con su propio nombre, en las islas del Ámbar; y
también que había representado con sus propias manos, en las puertas del
templo de Cumas (dedicado a Apolo), el triste fin de su hijo.
Aunque en muchas vertientes de la leyenda de Ícaro se ha suprimido el
episodio de su vuelo épico, éste sin duda ha sido el que más ha
trascendido hasta nuestros días. Posiblemente contado por muchos como
modo de explicar gráficamente las consecuencias nefastas a las que puede
desembocar el poder mal usado. La fuerza y el saberse poderoso, en este
caso, nubló por completo a la inteligencia y los consejos de Dédalo,
que tras su vuelo llegó sano y salvo a las isla de Cumas.
- Ícaro pasa a veces por ser el inventor del trabajo en madera.
- La leyenda conoce a otro Ícaro, rey de Caria, que tuvo por amante a Teónoe, hija de Téstor y hermana de Calcante.